jueves, 26 de febrero de 2009

¿Qué pasa con EEUU? 2° Parte.

LA FUERZA NUMERO DOS ESTABA DESARTICULADA

Con la desaparición sucesiva de sus líderes, Patton, Forrestal, MacArthur, McCarthy y de numerosos generales que fueron retirados del mando, la Fuerza Número Dos se hallaba desarticulada en el periodo en que Cuba fue entregada al comunismo. La infantería de esa fuerza seguía siendo la mayoría de los ciudadanos, pero estos sólo pueden actuar en el momento de las elecciones. Y en la elección de Eisenhower sufrieron el colosal engaño de haber creído que elegían a un caudillo anticomunista.

Sin embargo, los acontecimientos de Cuba hicieron renacer la inquietud de varios sectores y el Senado inició una investigación. El 30 de agosto de 1960 el ex embajador Smith fue llamado a declarar. Dijo que Castro Ruz nunca ganó una batalla militar; que sólo realizó actos terroristas; que de haber sido imparcial Estados Unidos, Batista hubiera entregado pacíficamente el poder al presidente electo Rivera Agüero; que Estados Unidos influyó para que los militares y líderes obreros cesaran su apoyo a Batista; que la prensa americana apoyó a Castro; que la prohibición de venderle armas a Batista fue devastadora psicológicamente. "Sin los Estados Unidos -agregó-, Castro no estaría hoy en el poder. Más claramente no lo puedo decir".

El embajador en México, Robert C. Hill, rindió después una declaración semejante.
Emb. Robert C.Hill

Entre tanto, la URSS ya había enviado a Cuba grupos de expertos para organizar a la policía secreta y formar los cuadros de las nuevas milicias adoctrinadas en marxismo. A esos expertos les seguiría luego una brigada de combate de tropas soviéticas, que seria la "élite" para consolidar a Castro. Los depósitos bancarios superiores a diez mil pesos fueron confiscados. Se decretó la nulidad de la moneda en circulación a fin de dejar sin ahorros a quienes los tenían en su casa; se estableció la educación anticatólica; se prohibieron los colegios particulares; se empezó a montar el sistema de racionamiento; se suprimió la libertad de información; se abolieron las elecciones; se puso fin a la "autonomía universitaria"; se disolvieron los sindicatos y se convirtió en delito el paro o la huelga. Los brotes de descontento fueron ahogados en sangre. El más leve acto de oposición costaba cárcel por tiempo indefinido.

Ante la evidencia de todo eso, Eisenhower se cubrió las espaldas mediante la ruptura de relaciones con Cuba. El presidente de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, de México, licenciado Emilio Sánchez Piedras, declaró en la Cámara: "En este instante crítico para la hermana República de Cuba, cuando parece ser que nuestro vecino del Norte cierra las puertas de la amistad y comprensión frente a los anhelos del pueblo cubano de vivir en la libertad, y en la independencia económica, nosotros, los representantes del pueblo de México, le reiteramos al pueblo cubano la misma actitud de solidaridad y le volvemos a decir que estamos ciertos que su derecho a vivir en la justicia social y en la libertad económica habrán de prevalecer" (Julio 8 de 1960). Evidentemente nosotros estábamos alineados con la Fuerza Número Uno.
Emilio Sanchez Piedras

OPORTUNIDAD FAVORABLE PARA LA FUERZA NUMERO DOS

En noviembre de ese año de 1960 hubo elecciones presidenciales en Estados Unidos. Por los republicanos jugó Richard Nixon, nacionalista y combatiente contra el comunismo. Por los demócratas jugó John F. Kennedy, un joven apuesto, ex marino en la guerra contra el Japón, condecorado con la Medalla de la Marina y el Corazón Púrpura. En enero de 1961 se convirtió en el primer presidente católico de Norteamérica.

John F Kennedy
Kennedy tenía influencia izquierdizante por parte de su padre, que fue servidor de Roosevelt, y además sus adversarios y hasta sus partidarios le habían hecho aceptar a procomunistas radicales en su Gabinete, como Wiesner, miembro del "pugwash" y partidario de hacer concesiones a Moscú; McNamara, Averell Harriman, Abraham Ribicoff, Arthur J. Gotdberg, Douglas Dillon, Walt Withman Rostow, Adlai Stevenson, Orville Freman, james M. Landis, Adam Yarmolynsky, Eugene Ghirona Fubini, Abb Schwarts y Arthur Schlesinger, quien afirmaba que no se debía combatir al comunismo, ni tratar de cambiar los regímenes en países ya comunizados.
Joseph Kennedy y Roosevelt 1938

Además, Kennedy llevaba como vicepresidente a un adversario suyo, Lyndon Baynes Johnson, particularmente roosveltiano, hijo de Samuel Elias Johnson y de Rebekah Baynes.

Aunque izquierdizante, oportunista y con ese equipo nada nacionalista, hay muchas evidencias de que Kennedy veía con desagrado lo que sucedía en Cuba y estuvo inicialmente de acuerdo en que pilotos cubanos refugiados en Estados Unidos, con todo y aviones, participaran en una invasión que cubanos con base en Guatemala y Nicaragua se proponían realizar en la Isla. Sin embargo, en el último momento titubeó y cedió a presiones de altos colaboradores suyos, por lo cual canceló el permiso para que los aviones salieran desde territorio americano.














Los presuntos libertadores quedaron sin apoyo en el momento del desembarque, en Playa Girón (Bahía de Cochinos), y fueron muertos o capturados (abril de 1961). Castro Ruz afianzó más su dominio y exigió y obtuvo un rescate de 53 millones de dólares, en mercancías, por libertar a 1.179 prisioneros. El prestigio de Kennedy se vio sensiblemente herido. Castro pudo declarar ufano: "Cuba se siente con derecho a promover la Revolución en América latina" (10. de mayo de 1961).

Una nueva y más grave crisis se planteó el año siguiente, en octubre de 1962, cuando Kennedy denunció que 105 soviéticos estaban construyendo emplazamientos de cohetes atómicos en Cuba y exigió que fueran retirados. Los emplazamientos apuntaban hacia el sur de Estados Unidos cosa que provocó alarma y algunos habitantes empezaron a huir hacia el norte.
Armas sovieticas rumbo a cuba

¿Kennedy sufrió un sacudimiento positivo?.. ¿Vio en ese suceso la oportunidad de recuperar prestigio?.. Quién sabe, pero el hecho es que dio algunos pasos decididos.

Robert Kennedy -quien había hecho méritos para ubicarse entre los radicales del harvardismo y de la "integración racial" -refiere en sus Memorias que el día en que la crisis era más grave vio que su hermano estaba cansado, bajo una gran presión, pero resuelto a invadir a Cuba.

La base de Guantánamo ya había sido reforzada y navegaban cerca de la Isla cuarenta barcos de guerra con tropas de desembarque.

Ese día se hicieron veintenas de llamadas telefónicas a toda Iberoamérica, comunicando el peligro de que en Cuba se montaran armas nucleares y la determinación de destruirlas. The New York Times" se quejaba de que era una decisión "unilateral", como si pudiera ser de otro modo.







João Goulart








Presidente Janio Quadros

El presidente mexicano López Mateos regresaba de Filipinas y su avión hizo una escala en Hawai, donde dos generales americanos le comunicaron lo que estaba ocurriendo. López Mateos no hizo objeciones a la invasión. Argentina ordenó el envío de dos barcos de guerra al Caribe, en apoyo a Estados.Unidos; Costa Rica se mostró Conforme; sólo Brasil-bajo el régimen prosoviético de Quadros y Goulart- comentó que Cuba tenía el derecho a darse el régimen de gobierno que quisiera. El general Maxwell Taylor, Jefe de los Estados Mayores Conjuntos, y el general Walter C. Sweeney, comandante de la Estrategia Aérea, aconsejaban a Kennedy que se lanzara un bombardeo previo a la invasión, con 500 "despegues", para arrasar las plataformas de misiles y neutralizar la artillería soviética a cargo del general Igor Statzenko.

Robert, hermano de Kennedy, escribió en sus Memorias: "Nuestra lucha contra el comunismo es algo más que la supervivencia fisica; es, esencialmente, nuestra herencia y nuestras ideas, y eso no podemos anularlo".

En contra de la opinión de los asesores militares, otros allegados a Kennedy presionaban para disuadirlo, entre ellos el ex presidente Eisenhower, y particularmente el Secretario de la Defensa, MacNamara, quien decía que bastaba con evitar que los barcos soviéticos que transportaban cohetes llegaran a Cuba, para lo cual convenía declarar una "cuarentena", especie de "bloqueo selectivo".
Kennedy estaba tan resuelto a invadir Cuba que te recordó al embajador soviético Adjubei que los americanos no habían intervenido cuando la URSS invadió Hungría, y que los soviéticos no deberían intervenir en la inminente invasión americana de Cuba.

Entonces ocurrió el anunció de Krushchev, de que se llevaría sus cohetes y se desmontarían los emplazamientos. El oso soviético no era tan bravo como parecía... El jefe de la ONU, UThant, viajó a Cuba y el general Statzenko reiteró que los cohetes ya estaban siendo retirados, cosa que la aviación americana comprobó.

Los cubanos hicieron burla del asunto, y según refiere el periodista Hernán Uribe, de "Excelsior", se popularizó el estribillo de "Nikita; Mariquita, lo que se da no se quita"...

Nixon refiere que el general MacArthur calificó a Kennedy de "tonto" por no haber consumado la invasión, pero que estaba convencido de que al final Kennedy liberaría a Cuba. "Ahora no es el momento, pero más tarde deberá hacerlo y lo hará", decía el general.

En efecto, hay indicios de que Kennedy siguió alentando la idea de la invasión y de que resolvió postularse para un segundo periodo contrariando a sus consejeros.

Le decían que se corría el riesgo de que el Partido Demócrata perdiera el poder tan penosamente conquistado, pero él alegaba que liberando a Cuba, en víspera de las elecciones, tendría asegurado el triunfo.

Significativamente, Kennedy se postuló de nuevo con mucha anticipación, casi en forma sorpresiva, e inició su gira de propaganda en noviembre de 1963. En Miami habló ante los cubanos exiliados y prometió que esa bandera -la cubana ahí presente- ondearía pronto en Cuba liberada. De Miami se fue a Dallas, donde fue muerto el día 22 del mismo mes.

Lee Oswald disparó contra Kennedy, aunque se afirma que hubo otro tirador quien realmente le dio el tiro mortal. La policía buscaba a Oswald; un patrullero le marcó el alto y Oswald lo mató, después de lo cual fue a esconderse en un cine, donde finalmente lo capturaron. Al dia siguiente había empezado a declarar, pero hubo orden de cambiarlo de prisión y cundo lo conducían por un pasillo fue asesinado por el letón Jacob León Rubinstein, quien tiempo después murió de cáncer. (Así fueron siendo "silenciados" otros presuntos implicados en el crimen).

El hecho de que las investigaciones fueran sacadas de la jurisdicción de Texas y monopolizadas por Eari Warren, miembro del grupo Roosevelt-Eisenhower-Johnson, dejó una sombra de sospechas. El senador Fesnterwald llegó a decir que el verdadero motivo de esa maniobra fue proteger a quienes se hallaban detrás del asesino. También se ha hablado mucho de que no fueron accidentales las muertes de 17 personas que en alguna forma sabían algo acerca de Oswald, de su estancia en Moscú, de su planeada huida a Cuba, de Rubinstein, el silenciador" de Oswald, etcétera.

Tiempo después el senador Robert Kennedy también fue asesinado en forma que tampoco ha sido aclarada. Se afirma que sabía mucho acerca de la muerte de su hermano y que pensaba revelarlo.

Respecto al otro hermano, Edward, todavía en 1984 se publicó que también tenía datos valiosos, pero que estaba acobardado y que por eso siempre hablaba en favor del comunismo.

¿La muerte de Kennedy era necesaria para conservar la base comunista de Cuba y para que no se interrumpiera el programa que luego se siguió en Centroaméríca?

Con Johnson, como sucesor de Kennedy, Castro Ruz se sintió ya más seguro. El viraje fue tan considerable que en esa época McNamara -como Secretario de la Defensa- redujo unilateral mente el programa nuclear americano y permitió que la URSS "avanzara para alcanzamos", según dice el ex presidente Nixon ("La verdadera guerra").

Robert Mcnamara

Rockefeller visitó en Moscú al dictador Krushchev y declaro: "Ha sido una de las conversaciones más interesantes que he celebrado en mi vida. Nos conocemos bien. Hace tiempo que tenemos la costumbre de trabajar juntos". La Cúpula Financiera estaba ampliando su crédito a la URSS, con un interés menor que el vigente para los ciudadanos americanos, y patrocinando un complejo plan para propiciar las exportaciones soviéticas.

Rockefeller y N.Krushef


Y quizá porque los militares habían estado de acuerdo en el plan de invadir a Cuba, el Departamento de Estado propició la producción de una serie de películas en contra de ellos, como "Siete días de mayo", y otras en que se les presentaba como locos enemigos de la URSS.

CASTRO RUZ BAJO MÚLTIPLE PATROCINIO

El comunismo asentado en Cuba tiene como madre a la URSS y como padre a la Fuerza Número Uno de Estados Unidos, aunque para fines publicitarios prefiere negar al padre. Evidentemente en Cuba convergen diversas fuerzas protectoras que no han podido ser removidas por los electores norteamericanos ni por el repentino cambio de Kennedy, ni por tos presidentes Nixon y Reagan. No es la remota fuerza militar soviética, ni las milicias cubanas lo que impide liberar a Cuba. El apoyo más fuerte lo recibe de Washington. Es falso que la liberación de Cuba encendería una guerra nuclear universal. La URSS no lucharía a 15.000 kilómetros de sus bases, y así lo demostró en la crisis de los cohetes en 1962. Pero el presidente americano que tocara a Cuba se expondría a represalias procedentes de su mismo campo. Ya fuera una crisis económica, un Watergate o un asesinato.

¿Y en cuanto a la Iglesia, cuyo poder espiritual está presente en todo el mundo?.. Aquí se toca un punto doloroso para todo católico. Durante la lucha terrorista del castrismo hubo sacerdotes y monjas que simpatizaban con Castro, pero eran minoría. Algunos lo hacían de buena fe, movidos por una bondad fuera de lugar. Bien pronto Castro Ruz evidenció su odio anticristiano.

En consecuencia, y después de agotar gestiones privadas, el 8 de mayo de 1960 los obispos cubanos firmaron una pastoral condenando al comunismo y empezaron a hablar en los templos acerca de la situación de Cuba. Las represalias fueron inmediatas.

El joven poeta Armando Valladares, empleado en el Ministerio de Comunicaciones, no ocultó su discrepancia con el comunismo, ni su fe religiosa, por lo cual se le acusó de "contrarrevolucionario" y estuvo preso 22 años. Ahora, en el exilio, dice en su libro "Contra toda esperanza": "El 26 de junio de 1961 el vapor Marques de Comillas llegaba al puerto de La Coruña, España, con cientos de religiosos y sacerdotes expulsados de Cuba. El 17 de septiembre de 1961 Castro desterró a otros 136 sacerdotes católicos. La agresividad del gobierno cubano indudablemente que tuvo un efecto decisivo, porque desde entonces la actitud de la Iglesia católica en Cuba dio un giro de 180 grados. El artífice de las nuevas relaciones de colaboración lo fue Monseñor Cesar Zacchi, embajador del Vaticano en la isla, que se estrenó declarando que Cuba era pagana antes de la revolución y creyente con el comunismo".

La visita a Cuba comunista del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede, entre el 21 y el 26 de febrero pp., provocó malestar e indignación entre los fieles católicos de la isla y del destierro. Añadió el jefe de la diplomacia vaticana, de manera chocante, que "Cuba es la prueba de que el diálogo, si es sincero, siempre da frutos", pareciendo olvidar la advertencia evangélica de que un árbol malo jamás puede tener buenos frutos (S. Mateo 7, 18). Y no perdió la oportunidad de elogiar a monseñor Cesare Zacchi -nuncio apostólico durante los primeros años de la revolución comunista, tristemente célebre por su colaboración con el régimen, quien llegó a referirse a Castro como "un hombre con profundos valores cristianos"

Agrega que la juventud cubana llenaba las iglesias, como un modo indirecto de protestar contra Castro, y entonces apareció una carta pastoral (aunque no firmada por todos los obispos)¡ en la que se pedía al pueblo que "se esforzara trabajando para ayudar a la revolución a sacar a Cuba del subdesarrollo", sin aludir para nada a la dolorosa situación que padecía el país. El régimen conocía de antemano el contenido de la pastoral y envió grupos a que la aplaudieran en los templos.

"Los jóvenes católicos -dice Valladares- no podían dar crédito a lo que escucharon aquella mañana.

Exclamaciones de indignación y discusiones violentas se produjeron en algunos templos". Hubo sacerdotes que no quisieron dar lectura a la pastoral.

Entretanto, "el Nuncio del Vaticano aparecía fotografiado con Castro en fiestas y reuniones y seguía haciendo declaraciones. En una de ellas pedía a los jóvenes que ingresaran en las milicias comunistas para ayudar a Castro a defender la revolución de una agresión enemiga...

El colmo de todas aquellas declaraciones de monseñor Zacchi fueron las de que Castro era un hombre con profundos valores cristianos".

Con motivo del nuevo año de 1968, monseñor Zacchi ofreció una recepción en el palacio de la nunciatura apostólica, en La Habana, a la que invitó a Fidel Castro y se publicaron fotos de ambos, en amable camaradería. También estuvo presente monseñor Azcárate, obispo de Camaguey, y el delegado apostólico en el Canadá, monseñor Emmanuelle Clarizio. Cuando éste pasó por México, de regreso a Canadá, dijo que la religión era respetada por el gobierno de Castro Ruz.

En junio de ese mismo año, monseñor Zacchi declaró: "La Iglesia debe adaptarse a todos los regímenes... La Iglesia se ha dado cuenta de que la Revolución es irreversible. En esa situación establecida, la Iglesia ha debido empezar a pensar en su inserción dentro de la nueva sociedad... Por supuesto que Castro no es cristiano, ideológicamente; se ha declarado marxista leninista, pero yo lo considero, éticamente, un cristiano" (Declaraciones publicadas por la prensa mundial, no desmentidas). Monseñor Zacchi solía ir los domingos a la fiesta castrista del "corte de caña", en la que tantos cubanos participan como trabajadores cautivos.

A raíz del vuelo de un cosmonauta soviético, la revista "Verde Olivo" comentó que dicho vuelo arruinaba "el negocio del mito de Oíos al demostrar que éste no existe". Ser católico se convirtió en un obstáculo para cursar altos estudios o aspirar a un puesto público. Desde el primer año de primaria se inculcó el desprecio a todo sentimiento religioso.

Sin embargo, la Carta Pastoral que los obispos cubanos publicaron el 27 de abril de 1969 atribuye todas las penalidades de Cuba al "bloqueo establecido por Estados Unidos". La verdad es que jamás ha habido "bloqueo". Norteamérica no comercia directamente con Cuba, pero ésta lo hace con todo el mundo y recibe mercancías americanas a través de terceras manos.
HOTEL RIVIERA-Cuba

Valladares cita nombres de sacerdotes golpeados y presos, que no recibieron apoyo de monseñor Zacchi. Por el contrario, los atropellos eran minimizados. "Jamás se logró ya que la Iglesia Católica cubana levantara su voz para denunciar los crímenes o para pedir que cesaran los fusilamientos. No fue en aquella época sólo la Iglesia del silencio, sino algo más: fue la Iglesia de la complicidad". Palabras terribles, pero avaladas por hechos. Al llegar Castro Ruz al poder había 700 sacerdotes en Cuba. En 1984 sólo quedaban 116. Según la revista soviética "Ciencia y Religión", de enero de 1984, en 1960 el 89% de los cubanos eran católicos, yen 1984 el índice había bajado al 52%. Aun suponiendo que ésta (1 Itima cifra no sea la real, es evidente que la juventud cubana ha sido alejada de sus hogares y sometida a un persistente adoctrinamiento comunista en las escuelas y en los campos de trabajo, y esto debe tener su efecto.

Al llegar Castro al poder desconfió de los masones, a pesar de que había recibido ayuda de ellos; consideró que en muchos casos sólo eran partidarios de la "fraternidad" o buscadores de buenos puestos. En cambio, tuvo plena confianza en las organizaciones israelitas. De ahí la influencia de Fabio Grobart, militante de la Sección Hebrea de La Habana, al que se le nombró miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Abraham Simchovitch; judío polaco, es Fabio Grobart


El hombre de pequeña estatura, ya anciano, es Fabio Grobart y le corresponde presentar en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba celebrado en 1975, a su primer secretario.

La Casa de la Comunidad Hebrea, a cargo de Marcus Matterin, presidida por Boris Jarosvic, ha gozado de prerrogativas. Jaime Savusky fue acogido como redactor en el diario oficial "Granma"; Alfredo Yabur, como ministro de Justicia; Leví Farah, como alcalde de La Habana; José Esquenazi, como jefe de la Empresa Cubana del Petróleo, etcétera.

Muchas cosas justifican la declaración que el Congreso Judío Mundial hizo el 20 de diciembre de 1961:

"Estamos satisfechos porque el régimen cubano en el poder está dedicado a suprimir toda forma de discriminación racial".

Igualmente significativa fue la declaración del doctor lev Katz, editorialista del diario hebreo "Haaretz", invitado a las fiestas del 26 de julio de 1964: "Espero en América un cambio similar al ocurrido en Cuba".

¿Cuba vive ya "La hora de la gran desolación"? ...

viernes, 20 de febrero de 2009

Cuba y EE.UU ¿Enemigos?

Extracto del libro "¿Que pasa con EE.UU.?" Salvador Borrego E.

CAPITULO IV

Cómo Eisenhower entregó Cuba
CUBA ERA ALIADA DE NORTEAMERICA

Cuba llamó la atención de un influyente grupo de políticos norteamericanos desde principios del siglo pasado. El presidente Jefferson declaró en 1805 que era necesario que Estados Unidos tomara posesión de Cuba (que todavía era colonia de España). En la segunda mitad del siglo el líder republicano Henry Cabot Lodge decía que "la isla de Cuba llegará a ser una necesidad para nosotros".

A fines del siglo pasado, el "New York Journal", de Hearst, puso a Cuba en el primer plano de la atención en Estados Unidos. Secundado por otros diarios, agitó a la opinión pública y como consecuencia el acorazado "Maine" fue enviado a La Habana "para proteger a los súbditos norteamericanos". El senador Hanna se oponía a intervenir en Cuba, lo mismo que un gran sector de ciudadanos, pero en eso el "Maine" hizo explosión y con este motivo Estados Unidos declaró la guerra a España (1898).

Cubanos insurgentes y norteamericanos vencieron a los españoles. "Fue una pequeña guerra maravillosa", escribió después el Secretario de Estado, John Hay, mediante la cual Cuba fue independizada de España, aunque quedó sujeta a la tutela de Estados Unidos mediante la Enmienda Platt, que le daba potestad a la Casa Blanca para intervenir en los asuntos internos de Cuba a fin de asegurar un gobierno capaz de proteger vidas y haciendas".

Aunque dicha enmienda se derogó en 1934, las relaciones entre Cuba y Estados Unidos siguieron siendo muy estrechas y cordiales. El presidente Fulgencio Batista fue uno de los primeros gobernantes que alineó a su país al lado de Norteamérica durante la Segunda Guerra Mundial, en la que cooperó con materias primas y bases. Como Roosevelt llevaba gran amistad con Stalin (al que se refería amablemente como "el tío Joe"), Batista permitió que operara en Cuba un Partido Comunista y le dio en su gobierno dos puestos oficiales.

Sin embargo, más tarde, cuando ya se hablaba de "guerra fría" entre Washington y Moscú, Batista promulgó la ley 1170, que prohibía el partido y la propaganda comunista. Esto parecía muy lógico, pues Roosevelt ya había muerto y en su lugar gobernaba Eisenhower, que verbalmente parecía tan opuesto a la URSS.

Durante la conferencia de presidentes de Panamá (1-4-1961), Batista los exhortó a ya no seguir posponiendo la lucha contra la infiltración marxista en Iberoamérica.

O sea que había plena colaboración de Cuba con la política estadounidense, por lo menos con lo que parecía ser esa política, y en esto Batista creía proceder con diplomacia y lógica.

CON PREMEDITACIÓN Y ABRUMADORA VENTAJA

Pero la amistad cubana ya no era correspondida por los altos funcionarios de Washington. El embajador americano en la Habana, Arthur Gardner, fue retirado precisamente porque llevaba amistad con Batista, y sustituido por Earl T. Smith, teniente coronel durante la segunda guerra mundial.

Según refiere Mr. Smith en sus Memorias tituladas "El cuarto piso", el Departamento de Estado le indicó que antes de salir a La Habana obtuviera orientaciones generales de Herbert Matthews, periodista de "The New York Times" (En el 4o. piso del Departamento de Estado se conduce la política americana para Iberoamérica. A "The New York Times" se le considera portavoz oficioso del Departamento de Estado y del Consejo de Relaciones). Robert C. Hill, embajador americano en México, le dijo a Mr. Smith: "Te envían a Cuba para presidir la caída de Batista. Se ha tomado la decisión de que Batista tiene que desaparecer".

El nuevo embajador fue entrevistado por la prensa cubana y le preguntaron su opinión sobre el comunismo, a lo cual contestó que era satisfactorio que Cuba hubiera roto relaciones con Moscú y suprimido el Partido Comunista.

"Tengo la seguridad de que el pueblo cubano es demasiado inteligente para prestar ninguna atención a las mentiras y falsas promesas de los comunistas o para dejarse engañar por ellos" (24 de julio, 1957). Según datos fidedignos que tenía la Embajada y el FBI, en Cuba había diez mil comunistas y tal vez 20.000 simpatizantes, en una población de ocho millones de habitantes. Ni siquiera el medio por ciento. No parecían ser un problema.

En ese año, 1957, la economía de Cuba era próspera y la población tenía uno de los más altos niveles de vida, dentro de los países iberoamericanos. Aunque había opositores al régimen, todo parecía marchar bajo control y Batista terminaría su periodo constitucional de gobierno 18 meses más tarde. Dentro de ese panorama figuraba un episodio relativamente desagradable. En diciembre del año anterior (1956) habían desembarcado, cerca de Nicaro, 83 guerrilleros, que se remontaron a la escarpada Sierra Maestra, con alturas hasta de dos mil metros.

El grupo lo encabezaba Fidel Castro Ruz, quien tres años antes había sido el director intelectual de un ataque al cuartel cubano de La Moneada, en el que murieron varios soldados. En aquella ocasión fue capturado y condenado a 15 años de cárcel, pero monseñor Pérez Serantes abogó por él y Batista le concedió el indulto.

Castro se trasladó entonces a México, donde reunió un grupo de guerrilleros, y luego zarpó de Tuxpan bajo la tácita protección del gobierno de Ruiz Cortines, y regresó a Cuba para remontarse a la abrupta Sierra Maestra.

Batista refiere: "El grupo de Fidel pudo ser aniquilado rápidamente. Pero razones humanitarias y escrúpulos democráticos, y el clamor de una parte de la opinión pública lo impidieron... Después del desembarque la Guardia Civil los dispersó y el Ejército podía en seguida haberlos exterminado... pero a las pocas horas distintas clases sociales, dignatarios religiosos y la casi totalidad de la prensa cubana pedían al gobierno que se suspendiera la acción militar. Accedimos y se lanzaron volantes desde el aire anunciándoles el perdón a los expedicionarios que se presentaran a las autoridades" ("Respuesta", Fukjenio Batista, 1960).

Esa tregua fue gestionada particularmente por el cardenal Arteaga, quien creía que todo podía terminar en forma pacífica, según dice el líder cubano Eduardo Suárez Rivas en su libro "Un pueblo crucificado". Por su parte, el ex embajador Smith dice que investigó los antecedentes de Castro Ruz y que había pruebas de que era un terrorista. Lo sabían perfectamente en el Departamento de Estado, desde 1948 en que Castro participó en el sangriento motín de Bogotá. El subsecretario Roy Rubottom tenía amplia información. Además, el FBI, el embajador americano en México (Robert C. Hill) y otras fuentes comunicaron al Departamento de Estado que Castro Ruz era comunista. Estos reportes "llegaron a la cumbre misma", según declaraciones de los embajadores Gardner y Smith. Pero eso no pareció preocuparte al Departamento de Estado, ni al presidente Eisenhower.

En los primeros meses la guerrilla no dio señales de vida. Algunos hasta pensaban que se había disuelto. Luego estalló un bombazo publicitario, a escala internacional, cuando "The New York Times" publicó una entrevista que Hebert Mathews le había hecho a Castro Ruz en plena sierra, presentándolo como un adalid de la democracia, "redentor de los oprimidos". A continuación la Columbia Broadcasting Sistem difundió por todo Estados Unidos una filmación hecha en la Sierra Maestra, en la que Castro Ruz aparecía como devoto de la Virgen del Cobre, lo cual era "pose", ya que luego se confesaría ateísta. Aunque la guerrilla no presentaba combate, su existencia se fue potenciando con una serie de actos terroristas en diversas regiones: la voladura de un puente, el asesinato de un policía, la bomba puesta en una guardería, el ataque a un camión de pasajeros, el asesinato del jefe de Inteligencia

Militar, el asalto al palacio presidencial e!13 de marzo (1957), etcétera, etcétera. También se difundían circulares, anónimos o telefonemas con rumores alarmantes.

Sin embargo, todo eso podía mantenerse bajo control. Pero hubo un hecho que envalentonó a los terroristas y que desmoralizó al ejército y a la policia; Estados Unidos prohibió la venta de armas para el gobierno de Batista y logró que otros países tampoco se las vendieran. Ni siquiera pudo Batista recibir un lote de armas que ya estaba pagado.

El ejército veía con amargura que tenía rifles viejos de 1903, en tanto que los terroristas disponían de metralletas modernas. El ex presidente Prío Socarras (enemigo de Batista) patrocinaba el envío de armas y hombres desde Florida, y este contrabando no era interceptado por las autoridades norteamericanas.

Los actos terroristas iban en aumento. Hubo secuestros de norteamericanos; se chantajeaba a hacendados, industriales y comerciantes para que dieran dinero a la guerrilla. Cuando era capturado algún culpable, se hablaba de "represión". Las agencias internacionales de noticias explotaban hábilmente la sensibilidad pública.

El ex embajador Smíth relata que una vez fue a ver a Batista para pedirle que diera garantías a los residentes norteamericanos, y que Batista le contesto: "Viene usted a verme para que salve las vidas norteamericanas y proteja las propiedades norteamericanas. Es esta una obligación de Cuba, que sabré cumplir. Sin embargo, no puedo comprender por qué su gobierno se niega a vender armas a mi gobierno, que es amigo de ustedes y enemigo del comunismo. ¿Puede usted nombrar a otro gobierno amigo al que no quieran venderle armas?"

Smith fue al Departamento de Estado y le dijo al subsecretario William Wieland que Estados Unidos no podría llegar a tratar con Castro Ruz, pero el Departamento ya tenía un "enlace" con los castristas mediante el doctor Miró Cardona. La gran prensa americana seguía desfigurando lo que ocurría en Cuba y no publicaba el terrorismo de los castristas, que a veces colocaban bombas en una plaza pública, en un teatro o en un cine. Por el contrario, elogiaba a Castro Ruz, en extraña coincidencia con Radio Moscú.

Agrega el embajador Smith que en marzo de 1958 no había ningún apoyo para el gobierno constituido de Cuba, y sí una intensa propaganda en Estados Unidos contra Batista y a favor de Castro, el cual recibía armas desde Estados Unidos, Venezuela y México. "Los castristas -dice- tenían un desprecio absoluto para las vidas y propiedades norteamericanas. A pesar de ello, la prensa liberal y el Cuarto Piso del Departamento de Estado seguían simpatizando con los revolucionarios... A veces los corredores del 4o. piso estaban llenos de castristas, a quienes se les atendía amablemente". Cuando los guerrilleros tomaban algún poblado, Smith recibía instrucciones de Washington para que le exigiera a Batista que no bombardeara esa zona.

Pese a que en Cuba no había pena de muerte y a que frecuentemente los conspiradores presos eran indultados, los grandes medios informativos norteamericanos criticaban la "dictadura batistiana" porque suspendía las garantías individuales. Cuando éstas se restablecieron, "Castro intensificó el terrorismo. Muchachas que introducían bombas en los cines ocultándolas debajo de las faldas... Incendio de sembrados de caña con ratas a las que les prendían trapos amarrados en la cola... Secuestros, en total de 47 norteamericanos y tres canadienses... Las garantías individuales volvieron a suspenderse 45 días" ("El Cuarto Piso". Eari Smith).

Mediante secuestros, los castristas obtuvieron rescates por más de diez millones de dólares, más los fondos que recibían de la URSS y de otros países.
NADA DE COALICIÓN CASTRO AL PODER

En la clase alta de la sociedad cubana se temía a la extorsión de los terroristas y se pensaba que yéndose Batista la paz se restablecería. En la Acción Católica y en la juventud Obrera Católica -dice el ex embajador Smith-, había simpatizadores de Castro. Algunos no creían que fuera comunista y otros estaban desinformados por la propaganda "demócrata-cristiana", predecesora de la "teología de la liberación".

Había una fuerte corriente de opinión para que se formara un gobierno de coalición, pero el Departamento de Estado se opuso. Batista convocó a elecciones e invitó a presenciarlas a la prensa extranjera, a la ONU y a la OEA (Organización de Estados Americanos). Castro Ruz amenazó con fusilar a los candidatos y ametrallar casillas.

De todas maneras, las elecciones se efectuaron el 3 de noviembre de 1958. Fueron pacíficas y votó el 60% de la población, según estimaciones de la embajada americana. Ganó el doctor Andrés Rivera Agüero. Un hermano suyo fue asesinado por los castristas. Rivera pensaba convocar a una asamblea constituyente para abreviar su mandato y restablecer la armonía. El embajador Smith consultó al Departamento de Estado y éste dijo "no".

Días después el general Francisco Tabernilla Dolz, jefe de la aviación, y el general Río Chaviano, propusieron a Estados Unidos que diera su apoyo a una Junta Militar para salvar a Cuba del comunismo, previa salida de Batista y de sus allegados. Pero otra vez el Departamento de Estado dijo "no".

Batista propuso dimitir y salir al extranjero, a cambio de que Estados Unidos diera armas a un gobierno provisional para detener a Castro. Smith lo comunicó así al Departamento de Estado, pero este volvió a decir "no". Es más, le ordenó a Smith que notificara a Batista (el 31 de diciembre de 1958) que Estados Unidos consideraba terminado su gobierno.

El ejército, conocedor del modo de pensar de Washington, se estaba ya disolviendo. El general Tabemilla Dolz dice que realmente el ejército se entregó sin combatir, salvo pocas excepciones. Ya en la fase de desintegración moral un tren militar fue vendido a los castristas en 350.000 dólares, con todo y tropas.

Horas después de que Smith fe comunicó a Batista que en Washington se consideraba terminado su gobierno, Batista salió en avión a Santo Domingo, y después a la isla portuguesa de Madeira, pues el Departamento de Estado le negó la visa y no pudo reunirse con su familia en los Estados Unidos. Al parecer, no se quería que le hiciera sombra a Castro Ruz.

Cuando todavía era posible establecer un gobierno provisional sin Castro y sin Batista, el Departamento de Estado se había negado a dar su apoyo fundándose en que dicho apoyo sería considerado como "intervención", dice el ex embajador Smith. "Pero es el caso que intervenimos todos los días... Es difícil entender esta política desde un punto de vista norteamericano...Concediendo que Batista ya no fuera útil, la alternativa no tenía que haber sido Castro, nuestro enemigo. Y es necesario advertir que Castro no se habría encontrado en la situación de alcanzar el poder y no hubiera podido crear el medio para tomarlo sin la buena voluntad del Cuarto Piso".

Es extraordinario, pero Eisenhower ya no estaba cuidando los intereses de EE. UU. que aludían el presidente Jefferson y Cabot Lodge el siglo pasado, acerca de Cuba, sino los intereses de la expansión comunista.

Después de la salida de Batista, Castro Ruz tardó ocho días en llegar a la Habana. En su camino empezaron los fusilamientos de oficiales y soldados ya rendidos. En Santiago se abrieron zanjas con bulldozer para sepultar a centenares.

El líder cubano estudiantil, Suárez Rivas, refiere que los castristas llegaron a la Habana con rosarios y escapularios colgados al cuello, y careaban: "Revolución humanista", "pan con libertad", "la revolución es tan cubana como las palmas".

Una vez controlada la situación en La Habana, se efectuaron juicios en el Palacio de los Deportes, con miles de castristas que gritaban "al paredón", y el grito era un fallo inapelable.

Luego empezó la confiscación de inversiones norteamericanas por valor de mil millones de dólares, y de inversiones cubanas por más de siete mil millones.

El presidente Dwigt David Eisenhower decía seis y medio meses después de instalado Castro Ruz en el poder "las acusaciones de infiltración comunista en el gobierno de Cuba NO son fáciles de probar" (julio 15 de 1959). Y días después agasajaba en Campo David al dictador soviético Nikita Kruschev, quien durante esa visita les dijo a los americanos: "Vuestros nietos vivirán bajo el comunismo". Así pues, Eisenhower no le veía a Castro Ruz ningún rasgo marxista, pero entretanto Castro Ruz no cesaba de acumular pruebas: descuartizó al ejército y lo sustituyó con milicianos; acabó con el poder judicial; suspendió las garantías individuales; estatizó las tierras agrícolas y convirtió el calificativo de "contrarrevolucionario" en delito de alcances tan ilimitados que era un venero de terror.