viernes, 12 de septiembre de 2008

El Judio-Internacional detras de Fidel.






La “Cubita” de Fidel

“El 26 de Julio de 1956 fracasó un asalto contra el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba. Fidel Castro – que ya en 1948 había participado en el golpe comunista de Bogotá- cayó prisionero, fue indultado por Batista, y reanudó su conspiración en La Habana. En 1955 se trasladó a México, en donde tuvo el amparo de eminentes políticos masones y junto con 60 hombres recibió instrucción de guerrillero en el rancho de Chalco, Estado de México, de parte del sefardita Alberto Bayo. El 25 de noviembre (1956) zarpó de Tuxpan :en el yate "Gramma", provisto de armas y parque, desembarcó en Cuba, fue bendecido por la Logia "Juventud en Evolución" y se es­condió en la Sierra Maestra, en compañía de cabecillas rojos tan co­nocidos internacionalmente como el judío argentino Ernesto "Che" Guevara Lynch, que al igual que Castro Ruz estuvo fingiéndose ca­tólico.
Inmediatamente después los agentes fidelistas comenzaron a colo­car bombas en cines, estaciones, etc., para matar gente inocente y provocar escándalo y terror. Al mismo tiempo altos círculos de Wash­ington lograban que se prohibiera la venta de armas y municiones al . gobierno de Batista, en tanto que Castro Ruz las recibía de contra­bando, un contrabando que la flota americana "no pudo" impedir en el reducido tramo del Estrecho de Florida.

A continuación el periodista judío-americano Herbert Mattheus entrevistó a Castro Ruz en su escondite de la sierra y el poderoso periódico "The New York Times", también judío, lo aclamó como un adalid de la democracia y la libertad. Lo secundaron- otros muchos diarios y revistas judías, la Sociedad Interamericana de Prensa (de igual inspiración) y las agencias informativas de Prensa, hasta formar­le una aureola de heroísmo.

Manipulada ya la "opinión pública" —es decir, DESINFORMADA—, el tercer acto corrió a cargo del Embajador de Eisenhower, Earl T. Smith, que presionó a los jefes militares para que negociaran con Castro Ruz. Conseguido esto, el propio Smith se entrevistó con Batista y con el ministro de Relaciones. "El embajador pidió disculpas por lo que iba a decir —refiere Batista— y nos dijo..., que Wash­ington consideraba terminado mi Gobierno".
El régimen rodó así por el suelo y el pueblo cubano creyó hallarse ante el milagro de un heroico David que había vencido al gigante Goliat, y lo aclamó alborozado.

Detrás de todo ese teatro gigantesco resurgió en Cuba el Partido Comunista y los líderes rojos se acomodaron en el ejército, en las cen­trales obreras y en toda la administración. Su triunfo lo celebraron simbólicamente con matanzas colectivas de prisioneros y luego con ejecuciones sumarias de más de 600 reos.

La American Red Mogen David for Israel, de Nueva York, demostró inmediatamente sus simpatías por el castrismo (que en tres días ma­taba más gente que la Inquisición en tres siglos) y la Nicaro Nickel del gobierno americano, el Banco de Boston, el National City Bank of New York y otras poderosas instituciones le adelantaron dinero a cuenta de impuestos. En seguida Castro Ruz afirmó su dominio median­te armas que recibió de Estados Unidos y Noruega, y después de Luxemburgo, Bélgica y la URSS.”

Durante su lucha por el Poder, Castro Ruz tuvo la ayuda de nume­rosos "demócrata-cristianos" que ahora se hallan ya identificados co­mo marxistas. Por ejemplo, José María Aguilera, actual ayudante del líder máximo de la CTC; José Uanuza, Ministro del Deporte; Andrés Vilariño, jefe de la Universidad de La Habana, y otros de menor al­curnia. Hubo también numerosos católicos cuya buena fe cayó en las asechanzas de los emboscados y que cooperaron con el castrismo.

Resulta que la primera fase del procomunismo en Iberoamérica se está disfrazando de catolicismo o de humanismo, pero a medida que avanza va revelando su esencia anticristiana. En cuanto Castro Ruz se sintió con suficiente fuerza armada expulsó del país a 110 sacerdo­tes y a cientos de monjas. Suprimió los colegios católicos y comenzó a implantar clases de ateísmo.

Por ejemplo, se indicaba a los párvulos que rezaran y pidieran a Dios unos helados porque hacía mucho calor. Después de una hora los helados no llegaban y entonces se le indicaba a un alumno que los pidiera telefónicamente a Castro o a algún otro jefe comunista, y los helados llegaban en veinte minutos. Eso era una prueba palpable de la inexistencia de Dios y de la benevolente existencia de Castro.


El jefe de la Fuerza Aérea Cubana, Pedro Luis Díaz Lanz, huyó a Es­tados Unidos y denunció pormenorizadamente la comunización de su país. Y ante el deseo público americano de que se rescatara a Cuba del bolchevismo, el Presidente Eisenhower dijo el 15 de julio (1959): "Las acusaciones de infiltración comunista en el Gobierno de Cuba no son fáciles de probar".

El primero de septiembre de 1960 el senador americano James Eastland reveló que una investigación practicada por la Subcomisión de Seguridad Interior, del Senado, demostraba que "el Departamento de Estado americano había derribado a Batista e instalado a Cas­tro Ruz como dictador de Cuba, obrando con pleno conocimiento de causa, a sabiendas de que era marxista y de que había asesi­nado en Bogotá —1948— a un cura y dos monjas... La persona que realizó la deposición de Batista fue el embajador norteame­ricano en Cuba, Earl Smith".

El ex embajador Smith declaró ante la Subcomisión Senatorial de Seguridad que él había informado al Departamento de Estado acerca de la inclinación comunista del guerrillero Castro Ruz, pero que se le dieron instrucciones de quitarle a Batista todo apoyo. "Ayudamos a derrocar la dictadura de Batista, que era proamericana, sólo para ins­talar la dictadura de Castro, que es prosoviética". Agregó Mr. Smith que las leyes americanas de neutralidad se habían aplicado escrupu­losamente en perjuicio de Batista, pero no de Castro Ruz. Rubbotom era uno de los funcionarios del Departamento de Estado más compro­metidos en estas traiciones.

El ex embajador americano en México, Robert C. Híll, también de­claró ante ei Senado que el Departamento de Estado había apoyado el ascenso de Castro Ruz y que "la libertad de todo el Hemisferio Occidental esté en grave peligro si no se hace algo en relación con Cuba".

Entretanto, ya montada su maquinaria de terror, Castro Ruz acele­raba en 1960 el plan internacional de comunizar a Cuba como base para la comunizacíón de todo el bloque iberoamericano. El laicismo escolar ha sido sustituido por la educación procomunista. La "Reforma Agraria" va suprimiendo la pequeña propiedad y se encamina al es­tablecimiento del "koljós" soviético. Las elecciones han sido proscritas. Toda oposición al régimen o todo movimiento anticomunista es califi­cado de "antirrevolucionario" y puesto fuera de la ley.

Especialistas judíos procedentes de la URSS, de Polonia y de Ale­mania Oriental, y peritos de China Roja, han entrado en gran número a Cuba y sin exhibirse estén trabajando silenciosamente en la organi­zación del nuevo Estado, en el Instituto de la Reforma Agraria y en la Policía, en tanto que un número creciente de jóvenes cubanos es enviado a comunizarse en la URSS. El control estatal de la contratación 'del trabajo comienza ya a perfilarse para acabar con el obrero independiente. Las huelgas están prohibidas.

Una poderosa maquinaria de publicidad va surgiendo para desinformar, confundir y controlar las mentes de la masa, incluso con el nuevo sistema de la sugestión sub­consciente.

La organización S-2 (asesorada por judíos-rusos) infiltra agentes es­pecializados en todas las actividades sociales, muchos de ellos disfra­zados de oposicionistas al régimen, con el objeto de descubrir los nú­cleos de resistencia y liquidarlos.

Durante 1960 hubo en Cuba tres pastorales contra la subyugación comunista del país—una de ellas colectiva, en el mes de agosto—, y ninguna ha recibido la menor muestra oficial de simpatía en los, 20 países de la Organización de Estados Americanos, que se ostentan tan amantes de la libertad en toda nación donde la libertad se halla limi­tada con perjuicio de los rojos, pero no donde se halla suprimida en beneficio de ellos.

Es significativo que Maurice L. Perlzweig, representante del Con­greso Mundial Judío ante la ONU, estuvo en Cuba en enero de 1960 y declaró entusiasmado: "Hablaré la verdad de Cuba y de su revolu­ción humanista porque le haré justicia afirmando que aquí hay plenas libertades". (I)

Ante la creciente presión de círculos americanos ajenos a la conspi­ración marxista, Eisehhower promovió una reunión de los 21 países de
(1) "Vida de México": enero 8 de 1960.—Publicación israelita editada en México.

América, en San José, Costa Rica, para discutir el caso de Cuba pero la acción fue desviada hacia un rompimiento colectivo con la República Dominicana, y a Castro Ruz no se le tocó ni con el pétalo de una rosa. (A la República Dominicana se le acusó de intervenir en Vene­zuela, pero es el caso que Castro Ruz había intervenido impunemente en Panamá, en Nicaragua y en la propia República Dominicana, y des­pués b hizo también en Venezuela y Guatemala alentando abiertamente el sabotaje 'y la subversión).El senador Alien J. EUender (agosto 24 de 1960) censuró la política de Estados Unidos en dicha ¡unta y la señaló como encaminada a la bancarrota del país y al nacimiento de otra tiranía roja en la República Dominicana. El prominente senador James O. Eastland –presidente de la Comisión de Asuntos Jurídicos— agregó que todo era obra del "mismo grupo" de traidores del Departamento de Estado americano que había entregado Cuba al comunismo.

Para proteger al marxismo en Cuba se ha hecho ondear la patraña de la-"no intervención", principio que ¡arnés se practica cuando se trata de acosar y derrocar a regímenes no gratos al marxismo. En mo­mentos en que el comunismo internacional está interviniendo en contra del pueblo cubano, no es válido que América se cruce de brazos con el pretexto de la "no intervención". En este caso a "no intervención" es sólo el ropaje de la complicidad con el marxismo.

El 19 de febrero (1961) el Senado americano reveló un testimonio en que el ex embajador William D. Pauley relata pormenorizadamente una serie de traiciones cometidas en los últimos 12 años para propiciar el avance comunista en Asia y en Iberoamérica. Pauley acusó concre­tamente a James E. Webb, luego funcionario de Kennedy, a William Wieland, funcionario del servicio diplomático, al periodista Herbert Matthews, al líder obrero George Michanovslcy, y a algunos otros.

En vísperas del cambio de poderes en Estados Unidos (fines de 1960 y principios de 1961) se hacían planes en el Pentágono (Alto Mando de las fuerzas armadas norteamericanas) para ayudar a los anticomu­nistas cubanos. Al mismo tiempo en La Habana decenas de millares de personas gestionaban visas para emigrar. En ese crítico momento Eisenhower. rompió relaciones con Cuba, y como esto no fue seguido de ninguna otra acción, sólo benefició a Castro Ruz, pues por una parte apaciguó a los auténticos anticomunistas norteamericanos y por la otra frustró la emigración de cientos de miles de cubanos. Ahora sólo unos cuantos logran asilarse en las 6 embajadas que quedan en La Habana o escapar en lanchones.

Los aprestos de algunos jefes militares americanos para ayudar a los cubanos que tratan de liberar a su país continuaron adelante, pero a principios de abril fue detenido en Florida uno de los más activos jefes cubanos, o sea Rolando Masferrer, y el día 12 Mr. Kennedy presentó tal cosa como un escarmiento para quienes soñaron en "montar una ofensiva contra el gobierno de Fidel Castro".

A pesar de ese tropiezo, 5 días después se inició la expedición libertadora, pero sólo partió la columna de 1.200 cubanos que se hela­ban en las islas de Grand Corn y Little Corn, y no los 7,000 que de­seaban hacerlo desde Florida y que fueron inmovilizados por ordenes de Kennedy, quien invocó las leyes de "neutralidad". Además, se im­pidió que radiaran órdenes al movimiento de resistencia en Cuba, de tal manera que éste no pudo iniciar un levantamiento en coordinación con el débil desembarque libertador de Bahía de Cochinos. Y por si eso no bastara, Kennedy canceló a última hora el apoyo aéreo que el Pentágono había ofrecido a los anticastristas, de tal manera que éstos quedaron a merced de los tanques y aviones soviéticos y fueron aplastados. Ni siquiera permitió Kennedy que en la operación participaran los aviones cubanos anticastristas que poco antes habían huido de Cu­ba, y tampoco permitió que acudieran aviones a última hora a rescatar a los expedicionarios, por lo cual todos fueron capturados. Al mismo tiempo el movimiento de resistencia cubano, desorientado por la intercepción de órdenes realizada en Florida, cayó en poder de Castro Ruz, el cual detuvo a 250,000 personas y las encerró hasta en teatros y campos deportivos. .

Kennedy calmó luego a la opinión pública americana diciéndole que él asumía la responsabilidad de lo ocurrido y que una nueva acción se realizaría para liberar a Cuba, lo cual no cumplió. El presidente del comité nacional del Partido Republicano, Mr. William E. Miller, dijo el 11 de junio que al cancelar Kennedy a última hora el apoyo aéreo a los anticastristas, había condenado la operación al fracaso. Esto lo reiteró el senador Hugh Scott. Y el senador Rusell B. Long agregó que Kennedy había sido influido desastrosamente por su consejero Stevenson, cosa que reiteró el escritor americano Nathaniel Weyl. ("La Es­trella Roja Sobre Cuba").

Así fue frustrada, desde la Casa Blanca, la liberación dé Cuba. Las PALABRAS contra Castro Ruz valen bien poco mientras vayan segui­das de ACTOS EN SU FAVOR.

Ninguno de los numerosos levantamientos ocurridos en Cuba desde 1960 ha contado con la ayuda del Departamento de Estado americano, no obstante que hubiera sido facilísimo apoyarlos desde la base ame­ricana de Guantánamo, establecida en Cuba. En cambio, se ha dado apoyo a falsos anticastristas para que provoquen divisiones entre los propios exiliados. Para liberar a Cuba bastaría con dar público y de­cidido apoyo político y militar a la población anticastrista. Por el con­trario, el Departamento de Estado americano se ha convertido en pro­tector de Castro.

Mientras tanto, van estrechándose más las cadenas alrededor del pueblo cubano. La vieja creencia de que un régimen no se sostiene contra la oposición de las mayorías no es ya válida bajo tas tiranías rojas que han .tecnificado terror y propaganda para la subyugación de las masas.

Peritos llegados de la URSS se han encargado de esa tarea en Cuba y entre elfos figura Fabío Grobart, judío polaco entrenado en Moscú, cuyo verdadero nombre es Abraham Zincowich, con más de veinte años de residencia en Cuba. Zincowich actúa desde las sombras y co­locó como jefe del Partido Socialista Popular (comunista) a un hombre de su confianza, Blas Roca, llamado en realidad Francisco Calderio. Así las cosas, resulta muy natural que el Congreso Judío Mundial reu­nido en Ginebra declarara el 20-de diciembre (1961) que "en Cuba no hay antisemitismo... al contrario, estamos satisfechos porque el régimen en el poder esté dedicado a suprimir toda forma de discrimi­nación racial". Igualmente explicable es que (enero 18 de 1962) la Fe­deración de Entidades Culturales Judías de Argentina hiciera una exportación para que no se adoptara ningún acuerdo contrario al ré­gimen marxista-leninista de Castro Ruz. Y en marzo el Presidente del Congreso Judío Mundial, doctor Nahum Goldman, declaró que la co­munidad judía de Cuba no tenía nada que sentir del castrismo.

Por otra parte, como consecuencia de la alarma continental, porque la desventurada Isla es un arsenal de armas, propaganda y agitadores para la comunización de Iberoamérica, en enero cíe 1962 se efectuó en Punta del Este, Uruguay, una segunda asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA) para juzgar al castrismo. Pero en vez de acordarse un rompimiento colectivo de relaciones diplomáticas y comerciales (como se había hecho con Trujillo en 1960) sólo se excluyó a Cuba de la OEA, lo cual prácticamente no significa nada, pues su acción sobre Iberoamérica no la ejerce a través de la OEA, sino de sus propios agentes conspiradores y embajadas.

A mediados de 1962, mientras que el pueblo cubano sufría un ra­cionamiento de víveres más desesperante, mientras los reos políticos aumentaban a cien mil y los fusilamientos proseguían, en los círculos patrióticos de Estados Unidos comenzó a aumentar la inquietud por la creciente llegada de armas y peritos-militares soviéticos a Cuba. Ken­nedy pretendió adormecer esa inquietud diciendo que Castro sólo recibía "armas defensivas", pero el Pentágono (fuerzas armadas nor­teamericanas) produjo una terrible conmoción en octubre al demostrar que se trataba de bombarderos y cohetes atómicos cuyo radio des­tructivo abarcaba Estados Unidos, México Panamá. Repentinamente el caso Cuba pasó de ser problema político a ser problema militar y esto dio oportunidad a los militares americanos para intervenir más en la crisis, al grado de que Kennedy y hasta sus consejeros judío-marxistas se vieron presionados y dando un rápido cambio hablaron dura­mente contra Castro.

Krushchev había dicho (julio 9 de 1962) que si '-'las fuerzas agresivasdel Pentágono" se atrevían a actuar en Cuba, haría llover cohetes atómicos contra Estados Unidos, pero su baladronada se vino abajo el domingo 28 de octubre al enterarse de que ya estaban embarcándose tropas americanas para liberar a Cuba en la noche de ese día. Inmediatamente Kruschev ofreció retirar sus cohetes atómicos de Cuba, ya sin la condición que había puesto 48 horas antes, de que el Pentágono abandonara sus bases en Turquía. Fue una media vuelta completa, ridícula después de las amenazas de julio, y demostró que el comunismo no puede hacer frente a una acción decidida y autentica de Norteamérica.

Tras el ridículo de Krushchev, los pro-comunistas del Departamento de Estado americano y el grupo rooseveltiano entraron al "quite", ale­gando que "ya no era necesaria" la acción que los militares tenían pre­parada para desembarcar en Cuba, sacaron el problema de la esfera militar y lo regresaron a la esfera política, en donde la ONU pudo in­tervenir nuevamente en favor de Castro. Kennedy aprovechó la co­yuntura para ofrecerle a Krushchev que no apoyaría ni permitiría nin­gún movimiento para liberar a Cuba. El comunismo sacrificó prestigio y algunos cohetes en Cuba, pero logró sortear la crisis de octubre-novíémbre y conservar esa base contra el hemisferio occidental.

Los más salientes sucesos a este respecto, en 1963 y 1964, pueden sintetizarse en los siguientes puntos:

31 de enero de 1963. Hay cerca de treinta mil soldados soviéticos de ocupación en Cuba.
30 de marzo. Los departamentos de Estado y de Justicia de E. U. anuncian que impedirán todo acto hostil contra Castro Ruz, desde territorio americano. (Luego se anuncia que serán castigados los americanos que ayuden en dichos actos).

1° de abril. Inglaterra secunda la política de Kennedy contra los cu­banos anticastristas.

10 de abril. Kennedy presiona a la Asociación Internacional de Esti­badores para que cese su boicot contra los barcos que llevan ayuda al régimen castrista.

8 de mayo. Muy blando con Castro, Kennedy muestra mano de hie­rro acerca de las dificultades entre israelíes y sirios, al anunciar que "en caso de agresión o preparación de agresión directa o indirec­ta", apoyaría a Israel a través de la ONU y tomaría "otras me­didas por nuestra cuenta".

20 de mayo. Pesqueros soviéticos llevan armas y agentes a diversos países de Iberoamérica.

22 de mayo. Los cubanos fusilados (con juicio y sin juicio) ascienden a 7,121, además de 2.862 muertos en guerrillas. Otros 81,706 se hallan presos y veinte mil mis desaparecieron y no se conoce su suerte.

5 de junio. Nuevas evidencias en la Agencia Central de Inteligencia, de Estados Unidos, de que aún hay cohetes soviéticos de gran al­cance en Cuba.

7 de agosto. Policías cubanos y tropas soviéticas frustran un levan­tamiento contra Castro. Muchos oficiales y marinos cubanos son detenidos.

Septiembre y octubre. Nuevos guerrilleros y desembarques anticastristas en Cuba. No recibieron ningún apoyo exterior y fueron com­batidos por milicianos de Castro y por tropas soviéticas. Octubre. Estados Unidos permite que barcos de países occidentales lleven ayuda al régimen castrista. Se deroga el boicot económico que ¡amas llegó a aplicarse íntegramente.

Enero a junio (1964). Con base en la ayuda que la Casa Blanca da a la dictadura soviética, Inglaterra, Francia y otros países auxilian comercialmente a la dictadura castrista. La flota inglesa impide nuevos ataques de anticastristas. Se restringe la vigilancia aérea y marí­tima de E. U. sobre Cuba. Millares de dinamiteros y agitadores son entrenados en la isla para activar la conspiración en Iberoamérica. Juana Castro Ruz, hermana del dictador, huye a México y ratifica que su país vive bajo el terror comunista (junio 29). Agosto (día 18). El Dr. Zev Katz, editorialista del diario "Haaretz" y miembro del comité central del Partido Liberal Israelí, asistió a las fiestas castristas del 26 de julio y declaró en La Habana: "Espero en América un camino similar al ocurrido en Cuba, dado que la polí­tica actual en el hemisferio sólo se encamina a beneficiar los intere­ses de Estados Unidos".
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Agosto de 1964 a diciembre de 1966, Continuó la represión en todas sus formas, el terror y el racionamiento. Se acentuó la enseñanza anticatólica. En un congreso Tricontinental se acordó impulsar la subversión en Iberoamérica y consecuentemente se instaló una es­cuela de terroristas y saboteadores, dirigida por peritos soviéticos a las órdenes de Jaroslav Valenlcezsky. El Fondo Especial de la ONU, a cargo de Paul Hoffman, siguió prestándole ayuda a Castro Ruz. Este afirmó (diciembre 12 de 1966) que en octubre de 1962 celebró un pacto secreto con la Casa Blanca, según el cual EE.UU. se com­prometió a no apoyar ningún movimiento tendiente a cambiar el ré­gimen cubano.